· Revista Ohlala. El Valor De Lo Orgánico. Diciembre 2016. ·
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Hace algunos años no me preocupaba por el origen de los alimentos. Ni siquiera me planteaba si había otra manera de producir, o cómo se trabajaba la tierra para que ese plato estuviera en mi mesa. Aunque había tenido la oportunidad de comer verdura recién cosechada, estaba más acostumbrada a elegir entre las opciones del supermercado. Incluso en mi transición al vegetarianismo, al principio compraba latas y milanesas de soja en cajita. No me ponía a pensar, cuando salía a comer afuera, que había productos que era mejor no consumir porque estaban fuera de época y eso significaba que estaban llenos de conservantes, o guardados en cámaras y silos, y rociados con agrotóxicos.
Pero se me abrió un panorama nuevo. Y cuando eso pasa, como le pasó a muchos otros, hay dos opciones: mirar para otro lado, o hacernos responsables. Nada más cierto que las palabras de Michael Pollan, «comer es un acto político», nuestra billetera es la herramienta con la que votamos todos los días. No soy un ejemplo, a veces consumo cosas que no son tan saludables, o me tiento con algunas golosinas, pero sí dejé de comprar comida ultraprocesada y compro más frutas y verduras agroecológicas. Y si tengo la oportunidad de elegir dónde comer afuera, voy a los lugares donde sé que la comida tiene un origen limpio y justo.
Entre algunos de mis preferidos en mi top 3 están, «Buenos Aires Verde», «El Rincón Orgánico»y«Bio». Este último, después de más de catorce años desde su inicio se transformó en el primer restaurant orgánico certificado de Argentina al obtener la certificación FS ( Food Safety) que garantiza que todos los platos que se elaboran son orgánicos desde su origen, ya que se trabaja con vegetales y frutas que fueron cosechadas en el mismo día, sin ningún tipo de plaguicida, con cereales y harinas molidas con molinos de piedra y aceites de primera prensión en frío. Entre estos productos no hay lugar para los transgénicos, es comida saludable y buena para el ambiente.
La empresa certificadora FS que tiene veinte años de trayectoria, otorga un sello de calidad que además está acreditado por normas de organismos nacionales e internacionales.
¿Qué implica la certificación?
En Argentina, las empresas se rigen por la Ley Nacional 25127 promulgada en 1999, según la cual se explica en el Artículo 1°:
«A los efectos de la presente ley, se entiende por ecológico, biológico u orgánico a todo sistema de producción agropecuario, su correspondiente agroindustria, como así también a los sistemas de recolección, captura y caza, sustentables en el tiempo y que mediante al manejo racional de los recursos naturales y evitando el uso de los productos de síntesis química y otros de efecto tóxico real o potencial para la salud humana, brinde productos sanos, mantenga o incremente la fertilidad de los suelos y la diversidad biológica, conserve los recursos hídricos y presente o intensifique los ciclos biológicos del suelo para suministrar los nutrientes destinados a la vida vegetal y animal, proporcionando a los sistemas naturales, cultivos vegetales y al ganado condiciones tales que les permitan expresar las características básicas de su comportamiento innato, cubriendo las necesidades fisiológicas y ecológicas».
Para obtener el sello los productos deben ser ecológicos desde su «producción, tipificación, acondicionamiento, elaboración, empaque, identificación, distribución, comercialización, transporte y certificación»
Las empresas certificadoras están reguladas, habilitadas y controladas por el SENASA(Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Alimentaria) dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación, y existe una Cámara Argentina de Certificadoras que las reúne.
En nuestro país, gran parte de la comida orgánica se elabora para la exportación. Depende en parte de nuestro consumo que existan más opciones. Estados Unidos, que es la cuna de la comida chatarra, a su vez tiene gran variedad en este tipo de producción, y hay un creciente interés por el tema.
El otro día hablaba con una amiga acerca de la diferencia entre lo agroecológico y lo orgánico. Claro que las dos son buenas alternativas ante el actual sistema de producción. Aunque ella tiene una pequeña huerta de aromáticas, me contaba que en zona norte cuesta encontrar verduras sin agrotóxicos a buenos precios, que por eso dejó de pedirlas. En muchos casos, la confianza es fundamental para conectarse con gente que está produciendo de esa manera, uno debe creer en su palabra, que no se fumiga en ninguna de las partes del proceso. Pero en otras, y en una ciudad tan enorme como Buenos Aires, los vínculos son más difíciles de establecer, entonces es posible recurrir a estas garantías en cuanto a las condiciones de calidad. No se trata de una cuestión de moda, sino de salud.
Cuanto más leo y me informo sobre el tema, y escucho a los especialistas en alimentación, entiendo que la importancia de comer productos limpios y sanos, que hace la diferencia en un planeta en el que adoptamos un sistema alejado de la naturaleza. No significa desandar el camino, o dejar de utilizar tecnología y volver a la época de las cavernas, sino de cruzar la vereda hacia lo que no nos enferme ni le haga daño a otras personas, lo que cuide nuestro planeta.
Muchas gracias a Claudia Carrara,Ale Pais y Morena Pais por la buena onda y el compromiso con su trabajo.
Comparto una receta de Alejandra Pais, que es ideal para este veranito que se viene.
GAZPACHO DE MANGO
(Se puede reemplazar por Pelón, Durazno, Pepino, acorde a lo que nos ofrezca la estación).
1 Mango entero.
3 Tomates.
½ cebolla colorada o verdeo, pizca de chile.
3 cucharadas soperas de aceite de oliva.
Pimienta negra y sal a gusto.
Todo procesado en licuadora.
Espero que les haya gustado, y que les sea útil la información.
Me encuentran en kariuenverde@gmail.com o Kariu en verde
Les mando un abrazo enorme.
Kariu
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